La sal de la vida


Hola, ¿cómo te sentís? ¿Sentís que sos sal de la tierra? ¿O que cargás con toda la sal?
¿Te das cuenta?  Empleamos el mismo sabor para caracterizar sensaciones completamente opuestas.

Jesús dijo una vez: “Vosotros sois la sal de la tierra.  Pero si la sal pierde su sabor… ¿con qué se la volverá a salar?”
Ser “sal de la tierra” es aportar sabor a nuestras relaciones y a nuestro hacer.

Si a la comida le falta sal, nos falta algo… un sentido de incompletitud.
Y se nos recomienda beber agua mineral porque aporta sales que nuestro organismo necesita.
El sabor salado es esencial para los riñones.

La frecuencia del sabor salado en estos órganos se corresponde con los alimentos de tal sabor.

¿Qué sucede si los riñones funcionan incorrectamente o les falta “la sal de la vida”?

Yo lo describiría como que se empiezan a “secar”, se enferman y generan la emoción del miedo.  Tanto temor como energía cualitativa falte en los riñones.

Si vivimos en la serenidad, en la calma, – sentimiento generado por los riñones cuando funcionan correctamente – nos transformamos automáticamente en “sal de la tierra”. 
Ya no “cargamos la sal”.  La mala suerte se aleja.  El sinsabor no existe.

Desde mi sabrosa mismidad en paz,
afectuosamente te saludo ¡hasta el próximo sabor!

Alejandra Lucía Rotf

Practicante del Yoga de la Alimentación y Autora del Libro “Pedagogía de la Alegría”
La foto de este post es del Salar de Uyuni. 

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